viernes, 22 de octubre de 2010

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Modelo de Preguntas



Pensadas para niños de 8 a 10 años

Intrucciones



Juguete






Diseño de Juguete complementario al cuento

Análisis 2

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Clasificacion multiaxial

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Adaptaciones del Cuento

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Análisis del Cuento

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FREUD Y LA INTERPRETACIÓN DE UN SUEÑO.


En la obra de Sigmund Freud “ Historia de una Neurosis Infantil”, encontramos uno de los fundamentos más relevantes en la teoría del psicoanálisis. Este estudio fue escrito en 1914 y publicado en 1918, veinte años después que él postulara que los sueños son ·” La Vía Real hacia el Inconsciente”· Freud, interpretó el sueño “El Hombre de los Lobos” mediante la técnica psicoanalítica descubierta por él. La interpretación de este sueño le demostró al psiquiatra, el estadio en que se encontraba la neurosis de su paciente. Este paciente de Freud, era un exiliado ruso de 23 años, de posición socio-económica alta. El individuo recurrió al médico, pues entre sus difultades estaba la de sentir miedo a los lobos, además, le incomodaba una suerte de neurosis obsesivo- compulsiva por temas religiosos. Antes de acostarse a dormir iniciaba un ritual que consistía en rezar y besar imágenes de santos por un largo rato. Luego de iniciar el tratamiento, el joven ruso le cuenta el sueño a Freud. Durante los cuatro años de análisis, el médico le pedía a su paciente que al evocar el sueño verbalizara absolutamente todo que se le viniera en mente.El análisis preliminar le permite a Freud deducir que la familia de su paciente sufría de trastornos crónico-depresivos hereditarios y que posiblemente él también fuera portador de una depresión endógena.

A continuación presentamos el sueño interpretado por Freud


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sábado, 28 de agosto de 2010

lunes, 2 de agosto de 2010

Algunos links

Influencias en el desarrollo infantil de los cuentos populares:

http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/anonimo.htm

http://www.nicolacomunale.com/04-05/pfc/aragonisabel/aragonisabel.html

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miércoles, 31 de marzo de 2010


Una adaptación del cuento de Caperucita que merece ser destacada por su propuesta plástica: un pop-up en el que las principales escenas del cuento adquieren dimensión teatral. La técnica del collage para los troquelados combinada con un monocromático colorido en la gama de los marrones consigue un resultado sorprendente

Sara Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Su mayor deseo es ir sola a Manhattan para llevar a su abuela un tarta de fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de music-hall y se ha casado varias veces. El lobo es míster Woolf, un pastelero multimillonario que vive cerca de Central Park en un rascacielos con forma de tarta. Pero el hilo mágico de este relato se centra en miss Lunatic, una mendiga sin edad que vive de día oculta en la estatua de la Libertad y que sale de noche para mediar en las desgracias humanas o, si es necesario, llegar a regalar un elixir capaz de vencer al miedo.

Cuando Media Vaca comenzó su andadura, allá por 1998, su editor no sabía muy bien qué libros quería hacer, pero tenía bastante claro cuáles no quería hacer: los que ya existen mil veces: ¡Caperucita Roja!

Como el mundo da tantas vueltas, habrá también una caperucita de Media Vaca. No se trata de un libro más, porque son en realidad veintiún libros: veintiuna historias distintas que utilizan como punto de partida el cuento clásico de Perrault, autor del primer escrito conocido sobre este famoso personaje.

El proyecto tiene su origen en un taller para ilustradores que tuvo lugar en el Museo Itabashi de Japón durante el verano de 2003. Se pidió a los participantes, cuyos trabajos se reproducen íntegramente en el libro, que no se limitaran a poner sus dibujos junto a las palabras de Perrault, sino que se sintieran libres para hacer todos los cambios que desearan en función de sus propios intereses. El resultado es tan variado como sorprendente: hay historias de miedo, de risa y de aventuras, y los hay también de fantasmas, de amor y gastronomía.

* Textos e ilustraciones de: Ayabo, Simon Sakurai, Hazuki Hayashi, Yukari Miura, Yukari Miyazawa, Manami Yamada, Yuco Ishizuka, Maki Takubo, Kaori Tsukuda, Kana Yamada, Izumi Yamada, Chikako Futatsugi, Kyoko Enomoto, Mari Yano, Maki Iino, Kyoko Ogawa, Rie Koresawa, Tomoko Iwama, Yuka Iwase, Nozomi Kobayashi y Taro Miura.

En una casita a orillas del bosque...
Quise inventar una Caperucita fuerte, capaz de luchar contra su destino, pero la historia verdadera tal como la recogió la leyenda pupular se impuso cruelmente.

De ella partí para elaborar mi viaje trágico de las generaciones, porque el de Caperucita no es una búsqueda ampliadora de las fronteras de la libertad y la felicidad; es más bien el cumplimiento del destino trágico de los hombres donde no cabe el regreso a casa del hijo pródigo.

Víctor Mira
Caperucita Roja
Viaje de una generación
Editorial Electra
(Grijalbo Mondadori)
Madrid, 2001


Caperucita va a casa de su abuelita para llevarle pasteles y leche, y por el camino se encuentra al lobo. Pero esta vez, con la ayuda del gato de la abuela, el lobo no la engañará.

domingo, 28 de marzo de 2010

Caperucita. Charles Perrault

Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.

Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo:

—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.

Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:

—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

—¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.

—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.

—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.

El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.

—¿Quién es?

—Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:

—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.

El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.

—¿Quién es?

Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:

—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.

El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:

—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.

Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:

—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.

Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:

—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!

—Es para abrazar mejor, hija mía.

—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tienes!

—Es para correr mejor, hija mía.

Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!

—Es para oír mejor, hija mía.

—Abuela, ¡que ojos tan grandes tienes!

—Es para ver mejor, hija mía.

—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!

—¡Para comerte!

Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.

MORALEJA

Aquí vemos que la adolescencia,

en especial las señoritas,

bien hechas, amables y bonitas

no deben a cualquiera oír con complacencia,

y no resulta causa de extrañeza

ver que muchas del lobo son la presa.

Y digo el lobo, pues bajo su envoltura

no todos son de igual calaña:

Los hay con no poca maña,

silenciosos, sin odio ni amargura,

que en secreto, pacientes, con dulzura

van a la siga de las damiselas

hasta las casas y en las callejuelas;

más, bien sabemos que los zalameros

entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.